1) La poda
La vid es sin duda la planta de cultivo más sensible a su entorno. Exige un cuidado constante. La poda comienza unas seis semanas después de la vendimia para favorecer la madurez de la uva y aumentar, por tanto, la calidad del vino. Esta tarea se prolonga hasta el mes de marzo. De mediados de marzo a principios de mayo tienen lugar los trabajos de atado, que consisten en atar los sarmientos a hilos de hierro para «disciplinar la vid».
2) El brote de las yemas
El brote de las yemas, o desborre, tiene lugar hacia mediados de abril. Los jóvenes brotes verdes van a tener que sufrir las heladas de primavera, las cuales, algunos años, pueden provocar daños considerables. De mayo a junio, tras la aparición de las primeras yemas, comienza el desyemado.
Se trata del inicio de un trabajo largo y paciente. Permitirá seleccionar uno a uno los brotes más prometedores y eliminar las yemas inútiles.
Los brotes que se seleccionan de este modo son más vigorosos.
3) La floración
Caprichosa y exigente, la floración dura generalmente una docena de días durante el mes de junio. Esta delicada etapa es observada con mucha atención por los viñadores de la Maison Mumm, porque un clima fresco y húmedo puede dificultar la cosecha y provocar notables pérdidas en volumen derivadas de la imposibilidad de la fruta para florecer o su formación irregular.
En verano tienen lugar las tareas de atado y recorte, durante las cuales se cortan las hojas de la vid para dejar que el sol penetre en el corazón de los viñedos. Por último, en septiembre llega el momento de la vendimia.
4) El medio ambiente
Para obtener una uva de gran calidad es necesario proteger la vid de las diferentes enfermedades o ataques que sufre: insectos, gusanos del racimo, mildíu, oídio y podredumbre. A la vez que se protege, la Maison Mumm se asegura de limitar los tratamientos para preservar la calidad de la vid sin poner en peligro el medio ambiente.